Bombas israelíes mataron el 30 de julio a casi 60 civiles libaneses, en su mayor parte mujeres y niños, en Cana, sur del Líbano, drama que provocó la indignación internacional y condujo a Tel Aviv a suspender 48 horas sus ataques aéreos.
La decisión fue anunciada en Jerusalén por un portavoz del Departamento de Estado estadounidense después de la reunión, la noche del domingo, entre la secretaria Condoleezza Rice y altos responsables israelíes. Tel Aviv se reserva el derecho de actuar contra objetivos que estén preparando ataques contra Israel, precisó el portavoz. También anunció un periodo de 24 horas de “paso seguro” para dejar que los civiles que lo deseen puedan abandonar el sector.
La tragedia, en la que murieron 54 civiles, 30 de ellos niños, provocó la indignación y la condena de buena parte de la comunidad internacional. “Creo que ha llegado la hora de obtener un alto el fuego”, declaró Condoleezza Rice, en Jerusalén, donde el 29 de julio se reunió con el primer ministro israelí, Ehud Olmert. Éste, sin embargo, reiteró su negativa a un alto al fuego en el Líbano, donde la ofensiva israelí causó hasta ahora 750 muertos, en su mayoría civiles, según fuentes oficiales libanesas. “Pese al lamentable incidente de Cana, no pediré a las fuerzas de defensa que paren su fuego o modifiquen sus operaciones. Seguiremos actuando sin dudarlo contra Hezbolá”, dijo al término de un consejo de ministros.
El drama de Cana alteró bruscamente los planes en Oriente Medio de Rice, quien tras el bombardeo renunció a viajar a Beirut.
Condoleezza Rice reconoció que el ataque israelí contra una población libanesa complicó sus acciones en favor de la paz en Medio Oriente, señalando que “hay mucho trabajo por hacer” a fin de lograr un cese al fuego duradero.
Entre tanto, la Unión Europea dijo el 31 de julio que tiene confianza en que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pueda llegar a una decisión sobre el cese del fuego en el sur del Líbano esta semana.
El ministro de Relaciones Exteriores de Finlandia, Erkki Tuomioja, cuyo país está a cargo de la presidencia rotativa de la UE, respaldó los esfuerzos de Rice de presionar para que el Consejo de Seguridad tome pronto una decisión.
En San Francisco, Estados Unidos, el primer ministro británico, Tony Blair, instó a la comunidad internacional a que emplee la “máxima presión” para llegar a un acuerdo que pueda terminar con la violencia en Medio Oriente.
Rice llegó el 29 de julio a Israel por segunda vez en una semana para tratar de impulsar una solución al conflicto entre Israel y el partido chii libanés Hezbolá, con el que se enfrenta desde el 12 de julio.
“No hay lugar para discusiones en esta triste jornada”, afirmó por su parte en Beirut el primer ministro libanés, Fuad Siniora, en una declaración en la que denunció a “los criminales de guerra israelíes”.
Siniora exigió “un alto el fuego inmediato e incondicional, así como una investigación internacional sobre las masacres israelíes en el Líbano”.
Israel lamentó “la muerte de civiles inocentes”, pero precisó haber hecho “muchos llamamientos a los civiles para que abandonaran la zona de combate” antes del mismo. Además, responsabilizó al movimiento chii de las decenas de muertos, pues “Hezbolá utiliza la aldea de Cana como base”.
Cana ya vivió una tragedia parecida el 18 de abril de 1996, cuando un bombardeo israelí bautizado “Uvas de la ira”, que tenía como objetivo a Hezbolá, mató a 105 civiles.
Los milicianos chiies, por su parte, dispararon el 30 de julio unos 144 cohetes al norte de Israel, según el ejército israelí, causando 14 heridos, entre ellos un periodista del diario israelí Haaretz.
El líder de Hezbolá, Hassan Nasralá, amenazó a Israel con tomar como blanco las ciudades del centro del país, donde 18 civiles han muerto por los casi 1,800 cohetes disparados.
Fuente: Milenio