El análisis microeconómico ha permitido conocer con precisión los ingresos, egresos y hábitos de consumo de los mexicanos
La forma de estimar los ingresos y patrones de consumo de la población basada en microdatos se generalizó en el país hasta la década de 1990 con las encuestas hogar por hogar, indicó Genaro Aguilar Gutiérrez, investigador de la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional (IPN), lo cual representó una revolución en la forma de diseñar políticas públicas, pues se pasó de programas homogéneos a programas específicos acordes a las necesidades de cada entidad del país o región.
“Hoy sabemos que para diseñar una política pública eficiente y efectiva para combatir la pobreza y la desigualdad, se tienen que tomar en cuenta las características estructurales socioeconómicas de la población en cada estado del país y eso sólo se puede hacer cuando se trabaja con microdatos de las encuestas de hogares para encontrar cuáles son las variables económicas, sociales, políticas de cada entidad, porque un programa público puede tener efectividad en un estado pero puede ser totalmente ineficiente en otro”, explicó.
El cruce entre cifras macroeconómicas y microeconómicas fue propuesto en 1980 por el economista y matemático Angus Deaton, galardonado en 2015 con el Premio Nobel de Economía “por sus análisis de consumo, pobreza y bienestar”. Deaton diseñó el Sistema Casi Ideal de Demanda (AIDS, por sus siglas en inglés) que ha servido para analizar con certeza la forma como distribuyen los consumidores sus gastos entre diferentes bienes, cuánto gastan y cuánto ahorran, así como la medición y estudio del bienestar y la pobreza mundial.
A partir de 1984 en México se empezó a realizar cada dos años la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), basado en AIDS, que revela los hábitos de consumo mexicano por mexicano, hogar por hogar. Ese cambio metodológico fue muy relevante pues los economistas pasaron de trabajar exclusivamente con datos macroeconómicos a combinarlos con datos microeconómicos; es decir, millones de datos y variables mucho más pormenorizadas.
Hoy, se conocen a detalle las condiciones en las que vive la sociedad mexicana; por ejemplo, en temas relacionados con equidad de género, Aguilar indicó que sus investigaciones demuestran que en igualdad de condiciones los hombres ganan sistemáticamente alrededor del 40 o 50 por ciento más que una mujer, “es más, pueden trabajar en la misma empresa desempeñando la misma actividad y se da esta situación”.
Sus estudios han contribuido en las últimas dos décadas a generar políticas públicas dirigidas a revertir la desigualdad de género en México, empezando por exigir que se cumpla el Artículo 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que entre sus ordenamientos prohíbe “toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad…”.
Las encuestas basadas en AIDS también han revelado la disparidad de la pobreza en México. El estado de Veracruz, por ejemplo, contabiliza 3.8 millones de pobres, en tanto Chiapas tiene tres millones, sin embargo, “cuando uno hace el cálculo a partir de las encuestas de hogares encontramos que la intensidad de la pobreza es mayor en Chiapas; es decir, a los pobres de Veracruz les falta muy poco para salir de la pobreza, a los de Chiapas les falta mucho porque viven en situación de pobreza extrema desde hace siglos”, explicó el integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Ello se explica no sólo por los bajos niveles de educación, “un tema que por sí mismo significa una solución real para salir de la pobreza, también se deben poner en marcha programas públicos que proporcionen a la gente créditos para poner pequeñas empresas, construir infraestructura como vialidades, centros culturales, educativos y de atención sanitaria, corredores industriales, centros de desarrollo económico integral. Seguramente por eso el gabinete presidencial implementó las Zonas Económicas Especiales para Michoacán, Guerrero, Veracruz, Oaxaca y Chiapas”, destacó.
El investigador del IPN desde su tesis de licenciatura se interesó por analizar algunos determinantes de la pobreza; en su tema de maestría analizó los factores causantes del aumento sistemático de la desigualdad en México a lo largo del tiempo basado en el modelo de Angus Deaton, a partir de ese estudio se dio cuenta que un factor del incremento de la pobreza era el componente salarial: había una política salarial que impedía que los sueldos de la mayoría crecieran, en contraparte, los salarios de unos cuantos, altos ejecutivos y la alta burocracia, crecían de forma exorbitante.
Para su tema de doctorado, realizado en la Universidad de Campinas, Sao Paulo, Brasil, Genaro Aguilar desarrolló una investigación en la que “se aborda por primera vez la magnitud de la pobreza en México, estado por estado, donde se comparan las diferencias entre los pobres de una región y otra, así como la pobreza de zonas urbanas y rurales”. Su tesis doctoral más tarde se publicó con el título de Desigualdad y pobreza en México: ¿son inevitables?
El especialista en desarrollo de ciencias económicas se ha enfocado en los grupos más vulnerables de la población porque son los que se encuentran en situación de pobreza extrema: obreros, albañiles, jornaleros, trabajadoras domésticas, y ha propuesto esquemas para proteger sus derechos laborales. En sus investigaciones también ha promovido que se implemente una política salarial activa para recuperar progresivamente los salarios mínimos, estancados desde los años ochenta del siglo pasado. “Si esa iniciativa la hubiéramos empezado hace 20 años hoy en día el salario mínimo debería estar en alrededor cinco mil 680 pesos en lugar de los dos mil 100 pesos”, señaló.
Revista Protocolo