Panamá
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Panama
20/21
El gobierno de Martín Torrijos lanzó un “Proyecto Maestro” que busca
promover el desarrollo del sector por medio de un código básico
estratégico, que considera no sólo un equilibrio territorial, sino un
beneficio para todas las regiones del país. En este contexto, se otorga
gran importancia a los siete grupos indígenas de Panamá que se
encuentran asentados en territorios semiautónomos.
Los más representativos de la región occidental, se ubican en las
provincias de Chiriquí, Bocas del Toro y Veraguas, y son los ngöbe
y los buglé, naso-teribe y los bri-bri. Juntos comprenden un 70
por ciento de la población indígena del país. La región oriental está
poblada por los emberá y los wounaan en el Darién, y los kunas en
la comarca de Kuna Yala, y los wounaan viven en la selva tropical, tal
como sus antepasados lo hicieron durante siglos. Su comprensión,
respeto por la naturaleza son innatos, y sus habilidades en el tallado y
tejido de canastas son exquisitas. Los kuna se asentaron en las costas
e islas del Caribe y se caracterizan por una férrea protección de sus
tradiciones y por sus molas, las cuales son artesanías hechas con
aplicados sobre tela.
Los descendientes de africanos se establecieron en la región central
de Panamá y en el Darién, donde la cadencia del bullerengue y el
bunde todavía evocan los orígenes de sus tradiciones. Originalmente,
fueron traídos al istmo por los colonos españoles para trabajar en
las plantaciones de caña de azúcar. Una segunda ola de inmigración
negra llegó al istmo desde las Antillas para la construcción del Canal
de Panamá, a inicios del siglo XX.
Este grupo, de habla inglesa, se estableció en la capital, Colón y Bocas
del Toro. Sin embargo, todos son uno y sus distintas identidades se
expresan por medio de la música y danza, comidas regionales como
el centollo, el arroz con pollo y sancocho de gallina, y su actitud festiva
que reluce en ferias y festivales, pero sobre todo, su característico
trato amigable hacia los extranjeros.
The Martin Torrijos government launched a “Master Project” that seeks
to promote the sector’s development through a basic strategic code that
includes not only a territorial balance, but offers benefit for all of the
nation’s regions. A great deal of importance is awarded to Panama’s
seven indigenous groups, within this context, that are settled in semi-
autonomous territories.
The most representative indigenous groups in the western region, are
located in the Chiriqui, Bocas del Toro and Veraguas provinces, and are
known as the ngöbe, the buglé, the naso-teribe and the bri-bri. Together
they conform 70 per cent of the country’s indigenous population. The
eastern region is populated by the emberá and the wounaan in the Darien,
the kunas in the Kuna Yala district, and the wounaan that live in the
tropical jungle, as their ancestors did for centuries. Their understanding
and respect for nature are innate, and their skills reflected in carving
and basket weaving that is absolutely exquisite. The kuna settled on
the Caribbean coasts and islands and are characterized by their fierce
protection of their traditions and their molas, handicrafts made with
cloth applications.
African descendents settled in the Darien and the Panamanian central
region, where the cadence of the bullerengue and the bunde still evoke the
origins of their traditions. They were originally brought to the isthmus
by the Spanish colonists to work in the sugar cane plantations. A second
wave of black immigrants came to the isthmus from the Antilles to work
on the Panama Canal, at the beginning of the 20th Century
This English-speaking group settled in the capital city, Colon and Bocas
del Toro. However, each and every one of its different identities are
expressed through music and dance, regional foods like spider crab,
chicken and rice and hen sancocho, and the festive attitudes that sparkle
in fairs and festivals, but above all, its characteristic friendly treatment
for foreigners.